El protagonista, un viejo lobo solitario, está hambriento y tiene muchísimas ganas de comerse un buen estofado. Está ya cansado de tomar todos los días sopa de verdura para comer, ¡con lo rico que sería hincarle el diente a una tierna ovejita!
Y justo cuando tiene estos pensamientos llama a su puerta una ovejita heladita de frío.
Evidentemente, el primer pensamiento del lobo será comérsela. Pero antes de convertirla en estofado tendrá que asegurarse de que la ovejita se siente bien.
Y así, mientras va consolando a la ovejita para que se sienta a gusto, su corazón se va llenando de ternura y le recuerda lo bien que se siente amando a alguien.
El cuento tiene unas ilustraciones preciosas y que nos revelan a la perfección las emociones tanto del lobo como de la ovejita. Como valores, destacan la amistad, la generosidad, la aceptación de las diferencias, la solidaridad y la necesidad de ayudar a los más débiles. Y como emoción principal la ternura.
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